érase una vez, un árbol en el monte de venus. © readatropic ph: alessioalbi

Y de repente, una noche empiezas a escribir aquello que siempre has necesitado sacar de ti y nunca has podido. Notas cómo la tinta dibuja las palabras en el folio; cómo los dedos presionan sin querer las letras del teclado en tu ordenador, y aparecen: aparecen microcuentos, micropoemas, microvidas. Y vuelves a sentir de qué manera tu desastre no es tan caótico como siempre porque queda esperanza entre líneas. Leed esto únicamente si vais a sentirlo casi tanto como yo cuando lo escribo. Solo os pido ese favor.

Siempre va a haber algo que duela o te haga sentir mas viva, algo que tengas guardado y solo haya una manera de sacarlo: escribiendo. Porque contarlo puede que sea peor y caer en la persona equivocada que te destroce del todo. Hoy empiezo a publicar, pero hace bastante que escribo. Aquí os dejaré 'pequeños' miedos, tristezas, preocupaciones y alguna que otra alegría cuando tenga motivos por escribir algo que no sea triste.

De los quinientos recuerdos contigo y los cinco cubatas de esta tarde, saco estos pensamientos. De los quinientos recuerdos contigo, salieron mis ansias de tabaco, y de los cinco cubatas de esta tarde, mis ganas de contarlo. Si lo leyeras, sabrías que eres tú. Si lo leyeras, sabrías que en mis paseos que doy por Barcelona intento perderme. Pero como no lo vas a leer, dejaré sangrar mi alma en el teclado mientras escribo esto. Como no lo vas a leer, contaré todas las veces que me emborraché pensando en nosotros.

«her name was insomnia, and she was the greatest metaphor a poet has ever written.»

morimos ahogados en versos amargos.

Pequeños fragmentos de mi alma, los cuales son publicados aquí en busca de aprobación de alguien más que el demonio de la esquina.

en aquel lugar donde sólo podíamos controlar un aspecto de nuestras vidas, los zapatos hablaban más que las personas.

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