Bucky ama a Steve. Todos lo saben. Todos menos Steve. O, las cinco veces que alguien notó que Bucky estaba enamorado de Steve más la vez que Bucky hizo algo al respecto. [¡Feliz Cumpleaños 101, Bucky Barnes!]

«Eran jóvenes y hermosos, Y creo que es eso lo que los hizo tan trágicos. La inmortalidad no es atractiva en un hombre viejo, Que ha vivido su vida. Es una maldición. Se veía bien en ellos, ¿no es así? Es una pena, que no podamos verlo Las heridas La sangre Las cicatrices Los huesos cansados El centenario entre sus costillas. Es una pena, pero ya es hora. Es hora de grabar el epitafio en sus almas, En lugar de arrugas en sus rostros. Es una pena, que luzcan de veinte Pero se sientan como si llevaran sobre los hombros El peso infinito de la eternidad» » Wingfic » OS » Stucky

Steve y Tony comparten una cama. A alguien no le gusta eso. • La historia pertenece a TheAfterthought y se la puede encontrar en Archive of our Own en su idioma original, inglés. Yo solo estoy traduciendo, todos los créditos de esta historia a su asombrosa autora. https://archiveofourown.org/works/3916600

"Steve había visto muchas cosas terribles en sus años de vida. Había visto a su madre sucumbir a la tuberculosis, siendo devorada injustamente por la enfermedad, marchitándose con rapidez. Había visto la guerra, la muerte tanto de sus amigos como de enemigos, y había asesinado. Sus manos estaban manchadas de sangre, y no importaba de quién proviniese, si era una mala o buena persona, siempre sería sangre, un peso sobre sus hombros, sobre su consciencia. Pero todavía era una patada en la boca del estomago, ver a Bucky ser el arma que Hydra había creado."

Una vez, cuando ambos descansaban en la tienda de campaña de Steve, Bucky susurro a su compañero todo lo que le gustaba del Capitán América. Se supone que Bucky es un niño normal y por ende, su admiración debería ir dirigida al impresionante gancho derecho del héroe o a su asombrosa motocicleta. Quizás le hablo con mucha franqueza o intensidad, o ambas, a su amigo Rogers de los bonitos ojos del Capitán, o de la mandíbula cincelada, de los hipnóticos discursos que lanzaba por la radio y su estúpida y sensual valentía. Steve se ponía rojísimo cuando Bucky hablaba de eso, pero nunca decía nada. Entonces Bucky empezó a sospechar.

«Nunca nada ha sido fácil para ellos, ni siquiera ahora. Pero Bucky sabe que cuando todo se desmorona, Steve estará a su lado, hasta el final de la línea. Él sabe que ya no está solo.»

Él corrompió a un chico tan bueno como James, noble y dulce, entusiasta y listo, descarado hasta la medula pero valiente como ninguno. Pobre muchacho, víctima de una adoración enfermiza por parte de su tutor.