Hades es Dios del inframundo y rey de este, también conocido por ser tan frío como su mismo reino. Azul era dulce y amable como la miel y la luna. Roberto era tan arrogante e impulsivo como la noche Roberto es ambicioso, algo bipolar y excitante, usaba a la personas a su gusto, sobre todo a las mujeres que le llamaban la atención del pelinegro. Azul, es lo contrario a Roberto, ella es alegre e irradia luz, amable y llena de energía, su cabello castaño y ojos verdes provocan tranquilidad. Los dos son diferentes, son agua y aceite pero ¿Que no Hades y Persefone se amaban? "¿Qué pasa cuando la noche y el día se miran a los ojos?"

Un simple juego que se convierte en una terrible tragedia, no sólo para los jugadores sino también para los espectadores. No lo juegues solo, no vuelvas al mismo lugar y sobre todo, solo haz caso al juego. " Vamos, no seas un miedoso." " Nos están siguiendo, te lo juro." " Si algo me pasa, los quiero." "Gracias por jugar Randonáutica..." ADVERTENCIAS • Mención de muerte • Acoso • Escenas sensibles - Contenido +16 FECHAS Inicio: 06/12/2020 Publicación: 22/12/2020 Finalizada: 05/03/2021 ⚠︎ Esta prohibida cualquier copia o adaptación al fanfic. © vaalxxa

Nota: Esta es la continuación de "My soul" pueden pasarse por mi perfil y leerla. Aidan Gallagher y _______ eran almas gemelas destinadas a estar juntas. Después de vivir una vida algo dura, llegó el tiempo de una nueva vida. ¿Esta vida será más justa que la anterior?

"Mi alma está siempre contigo" [Aidan y tú]

Él era el hombre más enigmático que ella había conocido... Ella amaba los misterios. A simple vista parece que no existen dos personas más diferentes, pero una furiosa noche de tormenta demostrará que nadie tiene tanto en común como ellos dos. Emmeline Laughton tenía serios problemas para regirse a las reglas del Londres de 1835, al ser la hermana menor del conde de Welltonshire, eso era un grave problema. Fue enviada a pasar una temporada con su prima Beth, para recorrer los salones de baile en busca del esposo adecuado. Un marido que Emmie no estaba muy ansiosa por conseguir. Joseph Whitemore, el marqués de Thornehill, era raro. Se había vuelto reservado y taciturno, ya no era el joven que Emmie recordaba, lo único que no había cambiado además de su color de cabello y sus bien delineadas facciones, era la extraña rivalidad que tenía con el conde. Emmeline y Joseph guardan secretos del pasado que definen su forma de ser, pero ambos descubrirán que eso que muestran a otros no es más que una armadura, una barrera autoimpuesta para protegerse del dolor que les habían causado. Para dejar caer esas barreras, solo hacía falta una furiosa noche de tormenta.