"Mi vida ya estaba predestinada, tengo que cazar y matar a toda una especie, no puedo cuidarte a ti, no me ayudas en nada, solo entorpeces mi trabajo- -Deja de hacerte la fuerte, me necesitas tanto como yo a ti. No se trata de cazar y matar solamente, hay almas aun ahí, ese es mi trabajo, salvarlas. ¿Qué hay de los humanos, porque no piensas en que su alma se puede salvar? -Efectos colaterales, unas cuantas vidas no le harán falta a nadie. Ya te lo dije, no necesito de ti, no te quiero cerca- -No solo tu vida ya estaba escrita, también la mía... Entiéndelo soy la mitad de tu poder y tu la mitad de mi alma, me necesitas para que tu fuerza este completa. Te guste o no nuestro destino es estar juntos."

La vida, desde mi punto de vista está compuesta por un sinfín de canciones, que constantemente mueven el alma, llenándote de sensaciones capaces de transformarte, desde el éxtasis de la felicidad hasta la vacuidad de la depresión misma, incluso hay un punto medio de equilibrio que muchos no nos detenemos a disfrutar. Siempre me catalogue por ser una persona soñadora y un tanto ingenua, dos características que me llevaron a cometer unos cuantos errores que me marcaron de por vida; errores que se transformaron en experiencias; experiencias que se convirtieron en memorias; memorias que se hicieron grandes momentos de impacto los cuales me enseñaron que nada es como parece, que no todo es blanco o negro, bueno o malo. Divague miles de veces tratando de escuchar el eco de la banda sonora que estaba contando cada capítulo de mi historia como si de una película se tratara, donde cada momento de mi vida venía con una canción de fondo. Dichas melodías encajaron a la perfección en cada instante de mi vida describiendo lo que sucedía principalmente en donde el romance y todo el cliché del enamoramiento eran los principales protagonistas. Fue así como ocho historias, ocho chicos, ocho canciones conformaron mi repertorio musical en mi historia de amor.