El cuaderno de París
"... Me habría encantado convertirme en arena, difuminarme, desintegrarme y volverme humo. La puerta que se abrió era la del baño del dormitorio y allí estaba yo, frente a frente al hermano de Teresita, que acababa de ducharse. Traía el pelo mojado y ni una miserable prenda encima. Ni una toalla de mano, ni un pañuelo...