valen_encina
- Reads 4,141
- Votes 153
- Parts 7
La luna siempre me pareció mágica; enigmática; simplemente hermosa, tan blanca, tan llena... y tan cruel al teñirse de sangre. Sangre que es derramada por mis enemigos y amigos.
Por eso mismo, siempre he pensado que Los Dioses son dignos de adoración, respeto y admiración... pero sobretodo temor. Somos los peones de su gran juego llamado vida, no obstante, en ocasiones somos mucho menos que eso, a veces sólo somos sirvientes de esos peones. Reducidos a nada, no tenemos ni voz ni voto, no poseemos memoria propia... ni siquiera somos dignos de llevar un nombre.
Los mestizos como yo no son tan distintos a los humanos: vivimos y morimos. Podemos reír, podemos llorar. Somos capaces de amar y odiar. Poseemos un consciente, un cuerpo y un alma: secciones que unidas forman 'Un Todo'.
Yo era 'Un Todo' hasta que Jainkosa Ilargia (La Diosa Luna) trajo un Altuagoa (jefe de una jauría) a mi vida; hasta que mi padre me desterró de mi hogar; hasta que me enamoré de ese Altuagoa; hasta que la controversia que dividía mi consciente de mi cuerpo y alma, hicieron mella en mí.
Una Fracción puede ser una mitad, un tercio, un cuarto, un quinto, un décimo, incluso una millonésima parte de 'Un Todo'. Y ese era el problema, para cuando me di cuenta, ya no era ni la millonésima parte de lo que fui. Como si me hubiera convertido de peón a sirviente, sumiéndome en una pesadilla dónde peleaba del lado enemigo y combatía contra mis antiguos amigos.