Él no me dejará escapar. Dice que soy suya. Me reclamó sin preguntar. Me ha tenido cautiva, y sin quererlo, caí en las fauces de un lobo feroz que no muestra piedad ni clemencia alguna. Es un salvaje. Una bestia. Un monstruo. Yo soy su tesoro. Su propiedad más valiosa. Apenas, sé algo de él. Solo sé que tiene unos ojos hermosos. Que todos lo llaman "alfa". Sé que es peligroso Sé también que su aroma es embriagador. Que me protege. Que no sonríe mucho Apenas sé algo de él, pero sí sé algo de mí. Sé que hasta hace poco, odiaba los lugares fríos Sé que nunca me gustaron los apodos Sé que tengo que odiarlo También sé que me será imposible Sé que no quiero caer Y estoy segura que lo haré. Pero, definitivamente, sé que estoy perdida desde el momento en que clavó sus ojos en mi.

Mi insensatez e imprudencia casi me cuestan la vida en territorio dominado por lobos. ¿Quién pensaría que hay algo de compasión en su naturaleza animal? ¿O es que acaso hay mucho más oculto tras sus garras y fauces? Ahora estamos enlazados de una forma que no esperaba y me pregunto: ¿Es posible amar a una bestia? La confusión no hace más que crecer y crecer cuando un misterioso hombre aparece de forma recurrente en mis sueños. - ¿Quién eres? -pregunto. - Me conoces -susurra él sin más. La cordura, que pensaba que mantenía, comienza a resquebrajarse y el deseo amenaza con consumirme. --------------------------------------------------------------- Primera historia de la colección "El Rastro de los Cambiaformas".