Todos sabemos que el amor es incontrolable, al igual que es incontrolable elegir de quién nos enamoramos. Saray nunca antes se había enamorado, y no tenía pensado hacerlo. Siempre había visto a sus amigas sufrir y no quería pasar por lo mismo. Marco, el típico chico con fama de mujeriego, tampoco tenía pensado enamorarse, no entraba en sus planes. Marco llegó a la vida de Saray de repente, por una simple casualidad. Desde que sus ojos se encontraron por primera vez, los planes que ambos tenían de no enamorarse empezaron a tambalearse. Y es que, el amor no entiende de tiempo, puede llegar al instante en el que conoces a una persona, al ir conociéndola o, incluso, tras años de conocerse. Pero tanto como puede despertar la pasión, se puede apagar y convertirse en ceniza.

Mia Brenan conocía muy bien el amor, o al menos eso creía. Lo tenía todo bajo control. Por eso, un verano en casa de su padre cuando acababa de matricularse era lo más inesperado para ella. Durante todo un verano pueden pasar muchas cosas; conoces amistades, bailas, bebes, vives, sientes... Amas. ¿Se puede amar a alguien a quien a penas conoces? ¿Se puede confundir el odio con el amor? ¿Por qué las personas no nos dejan ver más allá de su máscara de hierro? ¿Por qué se empeñan en ocultar sus sentimientos? Pero, sobretodo, ¿Por qué, sin darse cuenta, se enamoran?

Cuando los padres de Anneliese deciden separarse, ella ve como su mundo se cae a pedazos. Lo peor llegó cuando su madre decide mudarse a otra ciudad y ella debe acompañarla. Lejos de sus amigos y su familia, Anneliese debe comenzar desde cero una nueva vida, en una nueva ciudad y un nuevo instituto. Todo parece ir bien, hasta que lo conoce a él.

«No necesito mi amor, puedes tomarlo. No necesito mi corazón, puedes romperlo»

Sólo tenían una cosa en común: estaban locos el uno por el otro.