RuthEscobar6
Epílogo
Un buen día para Carlos, el dueño y señor de la hacienda, Los Robles. Carlos, era un hombre ambicioso, que obtenía todo lo que quería y lo conseguía de cualquier forma y a cualquier cos-to.
Todo lo que tenía lo había obtenido enamorando a mujeres mayores, que tuvieran mucho dinero, las engañaba diciendo que las amaba y luego las dejaba quedándose con toda su fortuna.
Carlos Robles, un hombre maduro, buen mozo, alto, de apa-riencia juvenil para su edad. Casado, más no enamorado de Mar-garet Castillo, una buena mujer, que, en los quince años de casa-dos, le había dado dos hijas.
Pero él, deseaba más. El amor de una morena, hermosa y joven, recién llegada a sus tierras. Una mujer muy diferente a to-das aquellas que había tenido.
El jefe no hacia otra cosa que observar a Mary, le gustaba verla caminar, con solo ver a Mary el pulso se le aceleraba - Esta cosa rica- tal como él la llamaba.
Mary, piel joven sin uso alguno; lo estaba enloqueciendo.
La Casa de las Rosas, será tu hermosa prisión, hasta que tu corazón decida amarme con Pasión.