No sabía quién era o quién quería ser. Pero definitivamente quería ser suya. A la fuerza tuve que aprender que para amarle tendría que amarme. Y que en una historia de amor, en una verdadera historia de amor, no solo no todo es de color rosa, si no que no sucede cuando quieres que suceda, o como quieres que lo haga.
Están aquí, están allá, vuelan libres por toda la escena, por los rincones y grandes habitaciones, divagan inocentes, sutiles, ligeras, se posan en los lugares más dulces pero también en los más putridos, las mariposas, sus alas sutiles como la seda, sus vidas tan frágiles como el cristal inmaculado. Esta es la histor...