Aeternum.
En un día soleado besaste esas manos y esas mejillas que nunca más volverías a admirar, mucho menos besar. En un día soleado se desvanecía tu amor mientras te dejabas llevar por el ágape que construía tu ilusión, aquella que aun cuando se desvaneció, se guardó en tu corazón. En un día soleado, tu amor fue eterno. C...