AstridMorgana
― Corre....
Sus ojos plateados reflejaban la pálida luz matutina filtrándose por la ventana.
―¿Cómo te llamas?
Estaban tan vacíos y carentes de emoción como si su alma no estuviese en casa, vagando por cualquier pradera, cualquier bosque.
―Corre...
―¿Leah?
Todo se hizo oscuro, una vela consumida a media noche, dando paso a demonios y demás criaturas del recuerdo.
Leah no era consciente de lo que había sucedido hasta que fue demasiado tarde. Sus manos estaban limpias, pero podía sentir la sangre correr por estas, sangre que no era suya. Su corazón vibró ante el recuerdo y la Diosa se presentó ante ella para guiarla hacia la salida de aquella pesadilla.
Pero un nombre susurraba en el aire.
Matthew Nighward.