AriianaApaza
- Reads 757
- Votes 102
- Parts 5
Aldo siempre tuvo la vida que todos envidiaban.
Popular en la escuela, el mejor jugador en el equipo de futbol, rodeado de amigos, una familia sólida y la novia perfecta. Desde afuera, todo parecía funcionar.
Por dentro, la monotonía empezaba a romperlo.
La propuesta no fue suya.
Fue de ella.
Incluir a un tercero para "salvar" la relación. Algo divertido. Algo sin importancia.
Para Aldo, la idea fue un golpe directo al ego: si ella necesitaba a alguien más, entonces él no estaba siendo suficiente.
Aun así, aceptó.
Aunque no podía imaginarse compartiendo su relación con otro hombre.
Había reglas.
Primera regla: todo debía suceder entre los tres.
Segunda regla: nada de secretos, nada a solas.
Tercera regla: no enamorarse.
No confundir deseo con sentimientos.
No crear vínculos.
No tener encuentros íntimos solo con él.
No cruzar límites.
Aaron nunca debió ser un problema.
Pelinegro, de pestañas largas y ojos grandes que eran hipnotizantes. Naturalmente coqueto, con una calma peligrosa.
Pero cuando las miradas duraron más de lo debido, el deseo se salió de control y los celos dejaron de tener sentido, Aldo entendió algo tarde:
Había caído rendido en Aaron, en su cuerpo, en la curva de su cintura, en sus hermosos ojos, y ese sentimiento sería su perdición.