En un día soleado besaste esas manos y esas mejillas que nunca más volverías a admirar, mucho menos besar. En un día soleado se desvanecía tu amor mientras te dejabas llevar por el ágape que construía tu ilusión, aquella que aun cuando se desvaneció, se guardó en tu corazón. En un día soleado, tu amor fue eterno. Con la noche oscura y el cielo estrellado elevaste tu voz hacia el cielo y preguntaste, ¿Por qué yo? Con la noche oscura y el cielo estrellado desapareció el brillo de tus ojos junto a un rastro de esperanza en el último suspiro que salió de tu boca antes de que tu cuerpo volara hasta estrellarse en el pavimento. Atestiguaron las estrellas cómo saltaste al infinito, y tu muerte fue eterna. Eterno no es lo que dura para siempre, sino aquello que llevas contigo por toda la eternidad. Aeternum es un viaje de emociones que cada quien puede cuestionar conservar, tal vez puedas sentirte identificado.