''Estoy haciéndolo bien, pero realmente me siento como si me condenaran a muerte. Y siendo yo es una completa ironía... Llevo ya dieciséis años muerta.'' Valentina es básicamente un conjunto de baja autoestima, continuo estado de ánimo nulo, desengaño, rizos y la peor suerte del mundo. Gracias a esta última, el destino decide ponerle la zancadilla una vez más, no siendo la primera vez... ni tampoco la última, desde luego. Y esa zancadilla mide un metro noventa, tiene los ojos verdes y se llama Nicolás. Con el mundo entero patas arriba y ahora también la cabeza en las nubes; la chica triste, la chica de las estrellas, la chica que no cree en el amor tendrá que enfrentarse una vez más a todos y cada uno de los obstáculos que se crucen en su camino. Siendo tan especial como puede llegar a ser Valentina no tendría por qué resultar complicado... ¿no? Porque, al fin y al cabo, ¿qué es lo mejor que podrías hacer cuando tu único deseo es la muerte?

‘’A veces respirar no significa estar viva, a veces se puede matar a una persona por dentro y que su corazón siga latiendo pero ya su alma no esté presente.’’ Ana es una adolescente que sin apenas darse cuenta entra en un laberinto del que no puede salir. Ingresada en el hospital por un intento de suicidio aprende a su ritmo a sobrellevar su enfermedad, la anorexia, y a superarla a la vez que aprende a convivir con sus dos compañeras de habitación. Y es que, perseguida por la sombra y las voces de su cabeza de poco sirven sesiones de psicólogo y clases de apoyo si ella misma no se deja ayudar. No todas las sonrisas equivalen a felicidad ni todos los monstruos se encuentran bajo la cama. Ya a la venta.