-¿Atenea Relish?- su voz es dura y por los infiernos que este hombre es ardiente. Ojos y pelo negro. Rasgos duros y nariz perfilada. Sus músculos se hacen notar bajo su camisa. Dejo de repasarlo y me decido a hablar. -La misma, un honor poder trabajar para usted señor Slevín.- saboreo cada palabra que digo y tomó asiento bajo su atenta mirada. -El placer es mío, usted requiere el puesto de administradora en mi clínica y tiene un gran currículum, sería un placer tenerla bajo mi mando.-

Tengo miedo, corrientes eléctricas recorren mi cuerpo. Está a punto de darme un ataque de pánico. Sus ojos no se despegan de los míos y sus palabras no hacen más que taladrar mi cabeza. -Pensaste que no me iba a dar cuenta, sobrepasaste el último límite que tenías- Pero tranquila yo te enseñaré que no lo debes hacer más- En sus ojos hay una promesa, y es ahí cuando me doy cuenta que lo he subestimado.