Llanto de cachorro
El derecho a decidir por su cuerpo y vida acabó en el instante que él lo miró a los ojos. Su aroma, su presencia, toda su dominación eran fuertes bofetadas contra la piel y eso le gustaba. No había tantas explicaciones. Le gustaba. Le encantaba. ¿Eso lo volvía un enfermo? Porque estaba seguro que la putrefacción habí...