CUANDO TE CONOCÍ.
En el instante en que sus ojos se cruzaron con los míos, supe que estaba condenada. Condenada a amarlo, a sucumbir a su embrujo. Su mirada era un abismo sin fondo, un pozo de oscuridad que me atraía inexorablemente. Pero su amor era un veneno dulce, su sonrisa, una promesa de felicidad y dolor. Su voz, un susurro que...
Mature