sheinsletters
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Hay hombres que llegan para quedarse.
Y otros que llegan para ponerlo todo patas arriba.
Nolan Roth no era un jefe cualquiera. Era el tipo de hombre que no pedía permiso para entrar, que hablaba en imperativos y te hacía querer desobedecer cada una de sus órdenes.
Vestía de negro, olía a verano caro y miraba como si ya supiera tu punto débil.
Yo no buscaba problemas. Solo un trabajo, aire, distancia.
Pero entonces crucé el umbral del complejo turístico.
Y me crucé con él.
No sé si fue su voz, sus manos o la forma en que decía mi nombre como si le perteneciera.
Solo sé que, desde ese momento, todo cambió.