Las vidas que vivimos y las que no contamos son algo que siempre nos acompañan, de principio a fin. Cada persona tiene su historia tatuada en la piel, en la mirada y en los gestos. Y nadie parece darse cuenta de ello porque todos estamos demasiado inmersos en nuestra propia vida como para fijarnos en la del resto del mundo. Intentamos pisar las huellas que ya hemos creído pisar cuando realmente el camino es de una sola dirección: hacia delante. De este modo la vida se convierte en un estreno con el único ensayo previo de lo que nuestra experiencia nos ha enseñado. En este conjunto de relatos relativamente independientes se muestra como las cosas nunca son ni tan complicadas ni tan sencillas como en muchas ocasiones nos forzamos a creer. Somos las decisiones que ya no nos definen y las elecciones que ya no escogeríamos. Somos todos esos fallos y aciertos que hacen de nuestra vida la improvisación de una historia cuyo final volátil nos tendría que dar igual, porque al fin y al cabo lo que importa es ese viaje en el que aprendemos de todo aquello que ahora vemos que nos afecta.

"No todos necesitamos que nos completen -le espetó -. Yo no soy la mitad de nadie. Estoy bien y completo como estoy." Desde que tiene memoria Giancarlo nunca ha sentido ningún tipo de atracción romántica hacia las personas que se cruzaban en su vida. Tampoco la ha necesitado o anhelado, siempre ha estado convencido y orgulloso de que él no es una mitad; es la naranja completa. Ahora, en su último año de carrera, las circunstancias le harán replantearse su comportamiento y la aparición de Dante le ayudará a conocerse a sí mismo.

Solo nos habíamos visto una vez. Recuerdo que tenía unos ojazos. Que prácticamente se presentó a la cita en chándal, el capullo. Que tenía un humor maligno muy similar al mío. Que cuando sonreía me parecía el tío más guapo del mundo. Y que la única y última noche que pasamos juntos fue la peor de mi vida.

Todo el mundo tiene alguna manía. Hay quien ordena los cds por colores, quien sólo camina por la acera izquierda e incluso quien sólo puede remover su café en el sentido de las agujas del reloj o un número exacto de veces. Yo, por ejemplo, siempre llevo la mochila sobre el hombro izquierdo, tomo té a las cinco y media en la taza que mi padre me trajo de Birmingham y me enamoro de personas que no se enamoran de mi. Obra registrada en Safe Creative. Disponible en AMAZON en versión Kindle (gratuito para miembros de Kindle Plus) y tapa blanda. DISPONIBLE ESTA PUBLICACIÓN SÓLO EL PRIMER CAPÍTULO Y PARTE DEL SEGUNDO

Dicen que el Erasmus es el año más especial de la vida de un universitario. Para Vitto, realizar sus prácticas en Inglaterra supondrá no sólo una gran experiencia laboral y académica, también una oportunidad de intentar conseguir que un joven invidente aprenda que no hay nada en la vida tan malo como para no poder alzar la cabeza ante ello. Una historia mezcla de "AU" y "What if" crossover entre mi historia "Le cose che non dici..." y "Ojos que no ven", de AEMint. Esto es sólo la mitad de la historia, contada desde el punto de vista de Vitto; podéis encontrar la versión de Ethan bajo el nombre "The light behind your eyes", en el perfíl de AEMint.

Alexia debe averiguar por qué se está convirtiendo en un monstruo, mientras suspira por el sexy chico gay que la odia y sobrevive a su nuevo instituto. ** Madrid puede ser una ciudad hostil cuando tienes 17 años y te acabas de mudar, sobre todo si tu destino está en manos de caprichosos dioses. "Me llamo Alexia Cuervo. He vivido en mi pueblo toda la vida, pero hace poco tuve que irme a vivir a Madrid con mi tía la loca. Odio vivir en una ciudad, odio los ascensores y perderme en el metro. Además, la cagué y mis nuevos compañeros de instituto me odian. Ah, y acabo de descubrir que puedo mover basura con la mente. Presiento que esto tiene algo que ver con el chico que me gusta, quien, por cierto, es el que más me odia de todos." AVISO DE CONTENIDO SENSIBLE / TRIGGER WARNINGS Atención: puede contener datos relevantes de la trama (SPOILERS): Cuerdismo; homofobia; muerte animal; enfermedad mental; gore, sangre o lesiones; suicidio (mención).

¿Qué es lo peor que podía pasarle a la pobre Mara después de reencontrarse con el que fue el amor de su infancia ocho años después de la última vez que lo vio? Ah, sí. Que siguiera sintiendo cosas por él... y se negara a asumirlo por ser una testaruda. Suerte que Aiden era todavía más testarudo que ella.