En tiempos antiguos, en una época ancestral, cuando las bestias corrían libres y el firmamento aún no había sido definido, surgieron los primeros hombres. Pocos sabían de dónde, o si habían estado allí desde siempre, como insignificantes hormigas que nadie había notado. Y es que, en un principio, eran criaturas débiles. Nada sabían hacer, más que pintar cosas extrañas en cavernas, y cazar de maneras que los demás no comprendían. Ellos eran diferentes. No tenían la mentalidad de los seres que habitaban Talamh, o la misma fuerza. Pero sí tenían algo que los ayudó a sobrevivir. La forma en la que veían el mundo a su alrededor. Pensaban en más que la supervivencia actual. Ellos podían contemplar la posibilidad de un Talamh completamente nuevo, uno que ellos mismos construirían...