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Después de resolver múltiples casos, Arthur Feyman recibe una carta anónima que lo conduce a un antiguo edificio del siglo XIX, un lugar donde el tiempo parece detenido y cada pasillo guarda un susurro del pasado. Su destino: la habitación 301, en el cuarto piso, foco de inexplicables desapariciones y perturbadores testimonios.
Al llegar, Feyman descubre que los habitantes del edificio viven bajo una tensión silenciosa. Puertas que se cierran solas, pasos que resuenan sin dueño, objetos que cambian de lugar y un registro de huéspedes que esconde nombres que nunca debieron existir.
Una presencia oscura vigila desde las alturas... y parece conocer demasiado sobre él.
Mientras investiga, Arthur encuentra pistas inquietantes: un reloj detenido a la misma hora, una lupa que muestra imágenes del pasado, un colgante olvidado con manchas de sangre seca... y, sobre todo, una sombra que se mueve por los pasillos y lo guía hacia el corazón del misterio.
Cuanto más se acerca a la verdad, más entiende que lo que habita en la habitación 301 no es un simple fenómeno; es un eco persistente de una tragedia que se niega a morir.
Y esta vez, Feyman no solo deberá resolver un enigma: deberá sobrevivir a él.