lexxvlyy
Izuku pensó que podía esconder el humo, el olor, el temblor en sus manos... pero no podía ocultar cuánto se estaba consumiendo por dentro. Cada cigarrillo era un alivio momentáneo y una herida nueva.
Bakugo lo descubre, no porque quiera, sino porque es imposible ignorar cómo alguien comienza a desmoronarse frente a tus ojos.
No es una historia de amistad.
Tampoco de redención.
Es el choque silencioso entre dos vidas que, sin quererlo, terminan sosteniéndose justo cuando todo empieza a oler a caída.