elquepuede22
La forja de Ethari era un santuario de calma y creación, un contraste directo con el mundo ajetreado y violento de los elfos de la Sombra de la Luna. El aire olía a metal calentado y a la dulce fragancia de las hojas de luna secas. Runaan, el líder de los asesinos, se encontraba allí. Su postura era rígida, una armadura de disciplina y deber, pero sus ojos, esos ojos de turquesa brillante, seguían cada movimiento de Ethari.