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Adrián lo tenía todo: un futuro brillante como oficial en las ambiciosas campañas napoleónicas en Egipto, y el amor secreto e incondicional de Gabriel, un joven noble destinado a una vida de rigor social. Sin embargo, su felicidad y su secreto fueron el combustible para la envidia y la codicia.
Traicionado por Don Eliseo, su superior y un hombre de insaciable ambición, Adrián es incriminado bajo falsos cargos de espionaje. Peor aún: es vendido como prisionero de guerra a los brutales agentes otomanos, condenado a una muerte lenta y sin nombre en una olvidada fortaleza del desierto. Para el mundo, y para Gabriel, Adrián está muerto.
Pero el desierto no es una tumba, sino una forja. Durante años de exilio forzado, Adrián no solo sobrevive, sino que se transforma. Gracias a un mentor igualmente exiliado y al hallazgo de una fortuna colosal, él adquiere la inteligencia, la paciencia y la riqueza necesarias para su única razón de ser: la venganza.
Catorce años después, regresa a la capital como El Señor de las Arenas: una figura enigmática, inmensamente rica, y con un poder de seducción capaz de penetrar los círculos más protegidos de la alta sociedad. Su plan es metódico: desmantelar las vidas de Don Eliseo y sus cómplices, usando su propia ambición, lazos familiares y corrupción como herramientas de castigo.
Pero el camino de la justicia es resbaladizo. Al acercarse a su objetivo, descubre que Gabriel ha sido atrapado en la red de sus enemigos, forzado a un matrimonio infeliz para salvar su reputación. El Señor de las Arenas debe decidir: ¿ejecutará su venganza sin piedad, o arriesgará todo para liberar al único hombre que amó, incluso si eso lo obliga a enfrentarse a la contra-traición de un Gobierno que no perdona dos veces?
Una épica de traición, transformación, y la dolorosa búsqueda de la justicia en un mundo donde el amor y la verdad son los bienes más caros.