Rita Kafkis nunca tuvo la vida que quiso tener, pero de todas formas convivía con una sonrisa. Estaba acostumbrada a ser el centro de la atención, y no por poseer un cuerpo tallado a mano ni una cara de muñeca (porque de hecho, ella no era así), sino por su llamativo y estrafalario temperamento.
Tomas Moore era un adolescente con graves problemas de personalidad. Para él su vida era un drama. Tomar un antidepresivo por las noches se había vuelto algo común y la falta de atención al resto del mundo aún más. Su vida se basaba en los límites que se ponía el mismo y su pensamiento estaba orientado a hacer felices al resto sin darle la importancia necesaria para él.
Básicamente, ambos eran unos inadaptados sociales, pero de igual forma, recíprocamente. ¿Y qué pasa cuando una persona encuentra a su opuesto complementario? Se supone que tendrían que vivir felices para siempre ¿O no? ¿Pero si hay un gran secreto de por medio, uno gordo y grave?
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“No teníamos muchas cosas en común. Nuestras edades eran distintas, nuestras maneras de caminar no coincidían y mucho menos nuestra estatura. Nunca pensábamos igual, teníamos ideas muy diferentes. Ella era dueña de su propio camino, yo un chico inseguro. Pero nuestras manos parecían ser piezas exactas para encajar una con la otra, con los dedos entrelazados y mirando hacia la misma dirección.”