-¿sabes que este no es un lugar para chicas?- preguntó -No veo un cartel que lo diga.- le conteste. -Tal ves no haya uno, pero eso no significa que sea el lugar indicado para ti- dijo serio. -¿A caso me ves la cara de que me importa?.- en eso recordé que tenía problemas de ira y me maldije por provocarlo. Lo vi de reojo y no vi que estuviera enojado, el tenía una pequeña sonrisa. -De acuerdo, entonces todos creerán que eres una ramera. - se acercó- Dime...¿A cuanto la hora? ¡¿Pero que carajo?! ¿Este quien mierda se cree para llamarme ramera? Sentí como mi sangre hervía de rabia, hice mis manos puño para controlarme. Pero no pude. El chico del bar llegó con la botella y la puso enfrente de mí. La agarre, la abrí y le tire al agua a Eisan, mojando su cabello, rostro y ropa. El retrocedió y me miro con una cara de sorprendió por mi acción. Me acerqué a el y el dije: -A mi me da igual lo que la gente tan insignificante como tu, piense de mi. A si que ve y búscate a otra a la que le interese escuchar tus estupideces. Recobró su postura Y vi como sus músculos se tensaron, su mirada se volvió tan fría que hizo que un escalofrío me recorriera por todo el cuerpo. Por un momento me arrepentí por haberme enfrentado a el. Se acercó más a mi pero yo retrocedí hasta que choque con el banco en el estaba sentada, él siguió caminando hacia mi hasta que solo nos separaban centímetros. Sentía su respiración y su mirada fría sobre mi y me susurro: -Dulces sueños...