Y entonces cuando acaba el día y la tienes olvidada, llega la noche, y sabes que la luna no ayuda mucho en olvidarla, cuando sabes que ella fue el único testigo de vuestro amor durante tanto tiempo, que a la vez fue poco, si lo comparas con el juramento que tu hicisteis de durar toda una vida... Vas caminando por la calle, a la misma dirección que ella, y no hablo de la dirección errante de vuestros pasos, y entonces te das cuenta que la lluvia acompaña a la luna en una noche fría de invierno, y te das cuenta que los charcos reflejan la luna, que ella es tu charco, y la luna sigue siendo la misma, pero ya no es testigo de ningún amor, por lo tanto está más apagada que nunca, y lo sabes cuando te das cuenta que las lágrimas que caen sobre esos charcos brillan más, lágrimas cargadas de emociones, de buenos, y de malos momentos, pero esas lágrimas cargan mas los charcos, por lo tanto, el amor crece, y los problemas también al mismo tiempo...
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.