Las marcas ya se estaban yendo. Los moretones ya eran amarillos. Está comenzando a tener una buena alimentación. Había dejado de vomitar todo. Sus huesos ya no se le marcaban tanto. Sus sonrisas estaban comenzando a ser verdaderas. El año escolar estaba comenzando. Sus amigos volvían a ser los mismos. Sus mejores amigos dejaron de insistir para que salga de su casa. Sus padres dejaron de subir cada cinco minutos a su cuarto para saber cómo estaba. Ya no lloraba cada noche por él. Ya dejo de escribir mensajes diciéndole que lo amaba y extraña, que nunca enviaba. Ya dejo de pasar cerca del lugar donde él trabajaba. Las visitas con el psicólogo comenzaban a surtir efecto. Había botado las pastillas que tenía escondidas para un uso de "emergencia". Había dejado de cortarse las piernas, donde nunca se enteraban que lo hacía. El agua de su bañadera había dejado de mezclarse con sangre. Su madre dejo de rezar con sus amigas por él. Quizás porque entendía que él no creía en ello o porque las cosas estaban mejorando. Todo volvía a ser normal, o lo más normal que podía ser. Aunque las visitas con los doctores siguieron en pie, solo que ahora eran una vez por mes. Hasta que en una fiesta lo conoció, y la vida normal que tenia se esfumo completamente. Y nada volvió a ser normal. Quizás por sus trastornos no podía ser normal o porque la normalidad no estaba hecha para el.