Todos tuvimos, tenemos, o tendremos, un amor platónico. En ocasiones es un compañero o compañera del colegio, un chico o chica de un curso superior, o ese famoso o famosa que siempre puedes ver a través de una pantalla. En el caso de Emma, su amor platónico o crush, era un cantante adolescente quien se había mudado cerca de su casa. Cuando descubrió que su nuevo vecino era ese chico que cantaba tan hermosas canciones, decidió todos los lunes dejarle cartas anónimas.