Las ciudades de arena

La vida me confino hace ya mucho tiempo a cumplir esta condena, todas las mañanas me levanto y tal como si el día anterior no hubiese valido para nada, repito como un autómata la misma agotadora y tediosa marcha hacia el lugar de mi castigo, al igual que yo, otros seres sin nombre emprenden el camino hacia la ciudad de arena. Habremos de expiar nuestras culpas hasta que nuestras almas purificadas y conscientes de sus errores lloren en el alba de un bello amanecer acompañadas por el suave y hermoso canto de la vida.
Condenados estamos a sufrir en la ciudad de arena.