Eternidad, suena bien, ¿no? Tiempo eterno, sin limitaciones...Todo eso está muy bien, y más cuando eres un demonio, como yo. Pero la eternidad no es tan atractiva cuando llevas a rastras una maldición como la mía, lo que los expertos llaman, maldición vinculada, en teoría es fácil deshacerse de ella, solo tengo que matar a quien se le ocurrió la brillante idea, y aquí viene el problema, ¿quién es mi vinculante? No podía ser un amigo, un demonio corriente o incluso un vagabundo de la calle, no, a mi me tuvo que tocar Sandro, un ángel que me saca de quicio y más arrogante que el propio Lucifer.
Mi nombre es Carina, y esta es mi historia.
¿La eternidad? Un asco.
Paris Smith siempre ha sido una chica soñadora, talentosa, amante de todo lo que tuviera que ver con la astronomía: las estrellas, los planetas, las galaxias y demás.
Y así como adora eso, también tiene una gran afición hacia la persona y canciones de Jayden Blackwood.
Cómo cualquier fanática normal, sueña con tener un encuentro fugaz con aquel a quien llama ídolo. Poder coincidir al menos en una mirada, un roce o tal vez en alguna interacción por redes sociales, pero así como sueña con eso, sabe que es imposible que aquello suceda...
¿O no?
Paris Smith se ve envuelta en ese momento que toda fan desea tener con esa persona a la que admira, cuando por culpa de un pequeño accidente sus vidas se ven entrelazadas de un momento a otro.
¿Quién diría que un encuentro tan fugaz como un suspiro podría unir a dos personas de distintos mundos?
¿Quién diría que una chica que tiene la nariz metida en libros de astrónomos famosos podría coincidir con alguien que ama los reflectores y los aplausos?
Y sobre todo ¿Quién diría que una chica normal podría involucrarse con una super estrella?