Prologo Mi pie se estampó contra su cara lanzándolo fuertemente hacia atrás. Mis manos volaron hacia mi boca con asombro y vergüenza mientras tapaba con la sábana mi cuerpo semi-desnudo. -Lo lamento -me disculpo rápidamente al ver como Jesse se ponía una mano en la nariz, sobándola por el dolor. Su dura mirada me causo escalofríos y solo curve mi labio bajando la cabeza. -Estoy harto -dijo levantándose- es la segunda vez que me pegas en menos de diez minutos ¿es qué acaso eres virgen? Suspiré bajando la cabeza avergonzada. Mi mala experiencia hacia que me pusiera nerviosa cada vez que ellos me tocaran y no tenía más que usar mis extremidades como modo de "defensa". -No puedo creerlo -dijo llevándose una mano a la frente- estuve a punto de acostarme con una chica virgen. -¿Es eso malo? -pregunté inocente. Él levanta la mirada incrédulo poniéndose sus pantalones. -¿Si es malo? ¡Malísimo! Eres una chica inexperta, y mejor me iré de aquí antes de que me quiebres la nariz o alguna otra parte de mi cuerpo. Mis ojos se cristalizaron y me dieron unas inmensas ganas de llorar. Pero no lo hice, escondí mi cabeza bajo las sábanas y cerré los ojos tapando mis oídos para no escuchar cuando él dejara la habitación. La puerta se cerró fuertemente provocándome un pequeño salto. Y salí de mi pequeño e inofensivo escondite mirando la habitación ligeramente iluminada por la luna.