Bianca ha muerto en un trágico accidente, pero no está gozando de las bendiciones del paraíso precisamente. Un muchacho que aparenta su edad y se hace llamar Gabriel, le dice que ha sido elegida para formar parte de los selectos ángeles guardianes, esas criaturas hasta entonces mitológicas que cuidan a los humanos. A Bianca no le hace ninguna gracia tener que quedarse en la tierra sin que nadie más que Gabriel pueda verla, pero eso le da la oportunidad de contemplar a sus amigos sin que estos lo sepan. Y le horroriza descubrir cómo los secretos que guardan y su pérdida están matándolos por dentro. Todos ellos parecen tan solos y perdidos que no duda en aceptar la propuesta de Gabriel de quedarse allí aunque sea para intentar ayudarlos. Y esa es la misión que necesita cumplir para ganar sus alas, las que la harán oficialmente un ángel, aunque no tenga idea de cómo va a hacerlo. Bianca deberá aprender que los ángeles no pueden solucionar todos los problemas y que los humanos a veces están destinados a arreglárselas solos. Y sus amigos deberán aprender que por mucha oscuridad que se vea en el horizonte, ninguna noche es eterna.