Amapola Halley. 17 años. Ha sentido en su vida la misma cantidad de dolor que una prostituta al despertar sola en la mañanas. La partida de su mejor amiga Bluir, la drogadicción de Leyton. La muerte la perseguía como una bola y una cadena a a sus pies. La situación es difícil como cuando vives en una ciudad como Bogotá, un lugar en que sueñas con volar pero se vive arrastrándose.