-¡No lo hagas! -exclamé con mi último aliento, -Es suficiente, haré lo que pidas-. Me rendí ante el cansancio, el hambre y la falta de sueño, me rendí ante el peor de los malhechores, e iba a sufrir uno de mis peores miedos: enfrentar la realidad de mis actos.Seluruh Hak Cipta Dilindungi Undang-Undang