"Mi mejor metáfora para describir nuestro amor, es fumar un cigarro. Se encendió con fuego puro, y fue demasiado rápido; pero al igual que un cigarro, fue efímero. Para mantener vivo el amor, necesitábamos consumirnos. Inhalarnos. Tan intenso que nos quitaba el aliento y nos ardían los pulmones. Cada que nos consumíamos, nos acabábamos poco a poco. No tan rápido, ni tan lento. Pero con un inevitable final. Cada inhalada era una nueva herida en el corazón, era arrancarnos un pedacito de alma. Un trozo nuevo de dolor. Un espacio más grande del vacío en el interior. Y así cuando se terminó el cigarro, nos dejó un gran sabor amargo en nuestras vidas. Un poco menos de oxígeno en los pulmones, una adicción a lo que nos hace daño. Y una enorme necesidad de volver a fumar, esa es la explicación de porqué siempre nos volvemos a buscar."