Estuvimos jugando a abrazarnos y ahora juegas a decir que estás mejor desde que partí. Juegas a maldecirme después de recitarme versos ante la luna. Juegas a renegar lo nuestro, después de prometerme que siempre me cuidarías. Juegas a hablar mal de mí con ellos, a los que les decías que cambie tu vida. Supongo que así es el final, descubres que quien te salva del mundo, trata de hundirte hasta el fondo porque el amor culminó.
Lamento no quedarme en tus brazos para toda la vida, pero más lamentó que manches lo que tuvimos, reduciéndolo a cenizas por tu ego de hombre y tú falta de aceptación, no digo que por tu culpa me fui, si digo que te falto constancia, cariño y ahora veo, que también te falló el amor, porque quien ama no daña por un adiós.
Ese momento en el que decides hablar con la verdad, en el cual te cansas de seguir callando, y simplemente todo se quiebra como lo haría una copa de vino al caer al suelo, todo pasa, todo sana, para luego estar bien, tal vez no con el entorno que nos rodea, pero si contigo mismo, al final todo sale bien y si no ha salido bien, pues sigue intentando.