Escuchó el típico chasquido de un látigo mientras caminaba desnuda, solo con sus conservadoras y cómodas zapatillas de anciana, como le decían en la oficina, con la cara cubierta con esa ridícula máscara de mariposa. Cuando el tipo con la máscara negra le dio un empujón en la espalda tuvo miedo de caerse y no poder meter ni las manos ya que las traía esposadas a la espalda. Laura K empezó a arrepentirse de haberles aceptado a Gaby y Adriana la sugerencia de irse a tomar una copa en plan de chicas solteras ese miércoles al salir del trabajo.