Llevaba dos años sola, dos años, un mes y cinco dÃas, justo desde el dÃa que rompió con Robert, después de pillarlo en la cama con la que era… su amiga. HabÃa decidido que ningún hombre iba a interferir en su vida de nuevo. Pero claro, los consoladores ya no eran suficientes. En un principio estaban bien… pero añoraba el sexo. Sexo sudoroso, salvaje, lento, apasionado. Sexo. Y eso es lo que iba a tener. Sexo. Justamente con el primero que se le cruzara en su camino, y estuviera dispuesto. Después de eso, cada uno a su casa. Louis siempre iba a la misma discoteca. Siempre llegaba solo. Y siempre se iba con alguna belleza. Pero últimamente tenÃa un problema: se habÃa encaprichado de una pelirroja, que pasaba de él, de hecho no parecÃa interesarle nadie, pero él era un conquistador nato, y la iba a conseguir, iba a tenerla, en su cama, y le iba a echar el polvo de su vida, para después mandarla de nuevo a casa.