A sus treinta y cuatro años Carla Ortega es jefa y coordinadora en el departamento de marketing de una prestigiosa empresa. Es madre y esposa, se siente una mujer realizada en el ámbito laboral y por supuesto en el familiar. Para ella y para todos los que la rodean tiene una vida perfecta, o al menos es lo que todos creen. Hasta que el caprichoso destino le descubre que la perfección no existe y ve caer todos los muros que sostienen su perfecta vida. A partir de este momento empezará a construir una vida real en un mundo más real si cabe. El destino la pondrá a prueba una y otra vez. Tendrá que superar sus miedos y batallar contra ella misma para volver estabilizar su vida y convertirse en la persona que siempre ha soñado. Durante todo este proceso permanente de cambios, descubrirá que la felicidad no consiste en tener una vida perfecta y que a veces es necesario poner un punto y principio para llegar hasta