Harry no se establece. No tiene objetivos. No busca nada en la vida. Y así, sin intentalo, lo encuentra a él. Un joven amante de las noches compartidas sin secuela, de la música y los libros cliché. "Quédate Harry -supliqué- por mí..." "Lo siento... debo partir" Tan patéticamente amargo, una sinfonía amarga, así es la vida
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