Por mucho tiempo pensó que el amor no estaba destinado para formar parte de su vida. Incluso cuando creyó haberlo encontrado, el hombre predilecto falleció en medio de una guerra. Estaba desolada, y más qué por la pérdida, por las esperanzas marchitas. Simplemente no podía concebir su suerte.
Marinett era una mujer hermosa, nadie podría negarlo, pero tenía un carácter difícil. Aunque callada y prudente, podía llegar a ser mucho más enfadosa de lo que eran Elizabeth y Katherine juntas; porque ella no toleraba, le gustaban las cosas a su manera, cuando ella lo dijera y si alguien intentaba imponerle un matrimonio, como lo hizo su padre, sería ella quién tomaría el mando de la situación y se lo pediría a alguien más.
De hecho, fue lo que hizo, fue con el hombre que la fastidió desde el momento en el que lo conoció, aquel conocido mujeriego que jugaba con las mujeres a placer, pero que resultaba ser el único que podría aceptar una locura como la que le proponía.
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