-¡Dios! ¡Te invoco para que me tomes!-suplicó entre jadeos huyendo en el oscuro bosque, perseguida por la turba enfurecida. El cuchillo en su mano, la sangre sobre su vestido; ella había sido una chica muy mala esa noche-¡No puedo más! Lágrimas desesperadas rodaban por su rostro ensangrentado. -Quiero que me asesines de placer, acepto que me resucites en el frenesí que quieras... Eyron... ¡ven a mí! "Tu llanto me pertenece"-musitó la bestia invocada-"y solo vas a derramarlo si yo soy el causante". Porque los juegos sucios son divertidos hasta que eres al que muerden, ¿Verdad, Bellorya? Cantos paganos II.