Cuando La Luna decidió no vivir
«Suena extraño y un poco loco, pero hablar con la luna ha tenido mucho significado en mi vida.
Imaginar que ella escucha todo lo que no he podido atreverme a hablar con alguien, el dolor que siento cada día y la soledad que me invade es insoportable y solo ella lo sabe. Es mi confidente.
Tener la esperanza de que algún día responderá a mis preguntas y mis conversaciones hace que un poco de esperanza llene mi corazón.
Solo nosotros sabemos el tamaño de nuestro sufrimiento. Siento que cada día me adentro a una habitación que se torna más oscura, con cada segundo que pasa y mis ganas de encontrar una luz en esta oscuridad se esfuman con mucha facilidad.
Pero, ¿qué pasa cuando esa luz llega? ¿Cuándo sientes que ya no tienes ganas de vivir y ella intentará ayudarte a seguir? ¿Hará que todo lo que creíste muerto, reviva con mucha más fuerza? ¿Marcará su presencia el resto de mi vida? No lo sé.
La luna será mi guía, una buena amiga y a ella le contaré todos mis sueños, le hablaré sobre el amor y le pediré consejos.
Solo quiero que su presencia sea cada día más fuerte, porque no podría imaginarme una vida en donde ella no estuviera todas las noches, junto a las estrellas, iluminando ese cielo nocturno que para mí, sería un completo infierno sin su luz».
