Aaron tiene veinticinco años. Es reservado, a penas habla con nadie y se encarga de entrenar a los jóvenes de Brantsville, una de las pocas ciudades que continúan en pié tras el virus que mató a la mayoría de los humanos. Noah acaba de cumplir los diecisiete, es testaruda, valiente y atlética. Está preparada para comenzar su entrenamiento para lograr convertirse en exploradora, una de las pocas personas a las que se les permite ir más allá de las murallas a explorar el salvaje mundo que afloró tras el virus.