Samanta vuelve a casa al borde de las lágrimas, luego de que su fantasía de una noche romántica termina con el descubrimiento de Mark, el hombre que se suponía era su pareja, acaramelado con otra mujer en el lugar en dónde debía verse con ella. Es aún peor cuando comprende que Mark está en una relación con esa mujer y ha estado jugando a dos bandas. Técnicamente, Samanta es «la otra». Pero, cuando cree que su corazón ha sido roto en pedazos de forma irremediable, encuentra algo más que consuelo en el cálido apoyo de su mejor amigo, Christopher . Chris siempre ha estado ahí para Samanta, es ferozmente leal e incondicional, y ella comienza a preguntarse si acaso ha estado buscando la felicidad en el lugar equivocado. Tal vez nunca hubo necesidad de una búsqueda, en primer lugar. Quizás todo lo que siempre ha deseado está justo delante de sus ojos.