Lia no indicaba buenas noticias, al contrario que su nombre. Vivir en Palermo no era lo óptimo para que esta chica creciera , a lo que su familia tampoco ayudaba, los Rocca eran propietarios de unos famosos clubs en la ciudad (aunque estos sólo fueran una tapadera). Lia había aprendido el oficio desde que era muy pequeña, y ahora su padre creía que lo correcto sería darle una parte del negocio como hija única que era. Por otro lado estaban los Caruso, en especial Gian. Esta familia no escondía su verdadero oficio, ya que con contactos en la policía no les hacia falta. Gian no le daba mucha importancia a lo de llevar el mando de la empresa, el prefería usar la droga en el mismo a estar vendiéndola por ahí. Pero con la repentina muerte de su padre él tendría que hacerse cargo de su familia y del negocio.