Byron siempre ha vivido en una constante pelea contra su peor enemigo: su instinto, su sangre, su linaje. Con los años aprendió a controlar los cambios bruscos que tenía en su vida, que muy bien podrían compararse con el clima; el cielo un día podía tener el más hermoso azul, pero al día siguiente era un día gris, y en el peor de los casos si no se sostenía bien, podría arrastrarlo una tormenta. Por suerte siempre tuvo un soporte, un ancla que se negaba a soltar en sus peores días. Pero nada es para siempre y eso es algo que tuvo que tener claro desde un principio. ¿Qué sucederá cuando ya no pueda controlarlo? ¿Qué ocurrirá cuando se deje llevar por su instinto? ¿Que pasará cuando la tormenta se convierta en un diluvio? Porque definitivamente, ella no lo soltara hasta ahogarlo en sus aguas rojas.
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