Un cigarrillo, un café y una rosa muerta

Estaba cantando la canción Cemetery Drive cuando, de repente, un hombre rompe el cristal de la ventana y cae dentro del estudio. Un charco de sangre nace bajo el hombre que yace en el suelo. ¿Cómo habrá llegado hasta aquí? Me acerco a él, preocupada, y trato de despertarlo, en vano. Tiene cortes por toda la cara y los nudillos le sangran. El miedo inunda mi cuerpo mientras mi cerebro me grita que llame a la policía, pero mi cuerpo no responde. Transcurren los minutos y empiezo a observar la escena. Es curioso, nadie presta atención a lo ocurrido. Nadie se ha acercado a ver quién rompió el cristal o si el hombre yacente en el suelo sigue vivo. La gente pasa frente a mi estudio con infinita normalidad, como si lo ocurrido no existiera. Lucho contra mí misma, quiero moverme, quiero ayudar a este hombre, quiero pedir ayuda. Pero se me hace imposible moverme.